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Blog: Salud para el alma (por Susan K. Kolodin)

Por Susan K. Kolodin, Especialista Líder en Desarrollo Social en el BID

img-2122-2-27130Cartí, Guna Yala, Panamá (15 abril 2014). – El salón de reuniones de la comunidad está construido de troncos con piso de tierra y techo de hojas de palmera. En el centro del salón, cuatro líderes de la comunidad están sentados en hamacas, con un gran rótulo encima que dice “El pueblo que pierde sus tradiciones pierde su alma”. Los ‘sailas’ o líderes de la comunidad están esperando la comisión que llega a conversar con ellos sobre el proyecto de salud financiado por la Iniciativa Salud Mesoamérica 2015 (SM2015), cuya Agencia Ejecutora es el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Generalmente los técnicos llegamos a pedirles información para nuestras investigaciones e informes, pero en esta ocasión llegamos para devolverles la información y discutir con ellos nuestros hallazgos, para asegurar que nuestras conclusiones concuerden con la realidad que viven las personas más interesadas: los miembros de la comunidad.

Presentamos las conclusiones del estudio de análisis de redes sociales que analiza las redes de apoyo a las mujeres embarazadas durante el embarazo y parto en cinco países de la región de Mesoamérica donde trabaja la Iniciativa SM2015. En Panamá, se realizó el estudio en las comunidades indígenas de las comarcas de Guna Yala y Emberá. Entrevistamos a más de 100 miembros de las comunidades, así como a proveedores de servicios de salud incluyendo médicos y enfermeras de los centros de salud, y también parteras y médicos tradicionales.img-2152-2-27131

El hallazgo principal del estudio rompe el esquema vigente en la medicina occidental que trata a la mujer embarazada como un actor autónomo e individualizado. Lo que descubrimos es que existen redes sociales que apoyan a la mujer y también influyen en las decisiones que se toman respecto a su embarazo y parto. En Emberá, la mujer embarazada, su cónyuge y su mamá son las personas que más influyen en las decisiones. En Guna Yala, la madre y la abuela de la mujer embarazada son las que más participan en las decisiones, especialmente en mujeres jóvenes y primerizas. Y, aunque no participan directamente en las decisiones que se toman, los líderes de la comunidad (el ‘saila’) así como los médicos tradicionales (el ‘nele’) y los que manejan las hierbas (el ‘inaduled’) también tienen mucha influencia y sus opiniones son muy valoradas por los miembros de la comunidad. En estas regiones, muchas familias todavía prefieren los partos en domicilio por la comodidad de estar en familia y la posibilidad de practicar sus ritos y ceremonias que acompañan un evento tan importante como es el nacimiento de un nuevo miembro de la comunidad.

El parto seguro –en establecimiento de salud que garantiza una atención adecuada y que cumple con estándares de calidad para la madre y el bebé– permite reducir las altas tasas de mortalidad en las poblaciones más pobres y es uno de los objetivos primordiales de la Iniciativa Salud Mesoamérica 2015. Pero los líderes tradicionales temen la pérdida de su identidad y su cultura, y perciben que el parto institucional representa una manera más en que la cultura ‘occidental’ ha invadido sus espacios culturales tradicionales.

Sólo mejorando la salud intercultural lograremos una verdadera salud para el alma.

¿Cómo podemos responder a la prerrogativa de reducir la mortalidad sin perder la riqueza socio-cultural que nos define como región? Algunos médicos panameños del centro de salud en Cartí van en esta dirección. Invitan a los proveedores de medicina tradicional a acompañar a la mujer al centro de salud y a llevar a cabo sus ritos en la sala de partos. En otros países se han hecho adecuaciones socio-culturales a los centros de salud y las salas de parto, y se han realizado capacitaciones a los proveedores de los servicios de salud sobre las culturas y costumbres tradicionales de sus comunidades. Estos avances son muy importantes hacia la creación de verdaderos sistemas de salud intercultural; sin embargo, falta mucho para conseguir una mejora significativa de los servicios de acuerdo con las expectativas y requisitos de las personas que los utilicen.

Deberíamos seguir colaborando con los miembros y líderes de las comunidades para asegurar que los servicios de salud que se les ofrece respondan no sólo con la calidad técnica sino también con los aspectos socio-culturales que los hacen más accesible a la población. Sólo mejorando la salud intercultural lograremos una verdadera salud para el alma.